{mosimage}ESTIMADOS TERCERINOS:
Hoy es 31 de diciembre, el día 365 del año en el calendario gregoriano y 366 si el año fuese bisiesto. Es el último día de 2006. Como lo han hecho miles de seres humanos a lo largo de la historia, celebraremos. Ciertamente, no lo haremos como los babilonios, que hace cuatro mil años festejaban el simple hecho de que, transcurrido algún tiempo, las estaciones solares repetían su cauce luminoso, los cultivos volvían a crecer y las lluvias retornaban para regar las nuevas semillas. Y es que los babilonios vieron en esta repetición de las estaciones un motivo digno de celebración e instauraron un ciclo festivo que dejaría corta a cualquier fiesta de las nuestras. Eran once días de juerga que comenzaban cuando la primavera describía sus primeros trazos entre los jardines colgantes de la vieja Babilonia.
Pero hoy, estamos a minutos de que termine el agitado 2006. Es tiempo de balances, inventarios y ajustes. No sólo en lo laboral, también en lo personal.
Como todos saben, para mí este ha sido un gran año. Me casé, tuve una hija y asumí como Capitán de la Tercera Compañía de Bomberos de Ñuñoa. Y ahí está la trilogía que hoy ocupa mi corazón.
Es aquí donde quiero detenerme un momento. Este año ha sido duro para nuestra Compañía, de conflictos, de palabras duras, críticas justas y también inmerecidas, de recepciones y despedidas. De nosotros depende que 2007 sea diferente. Las personas somos transeúntes de la vida, son las instituciones las que permanecen. Hoy me corresponde ser el capitán y lo hago con todo el corazón. Porque en esta compañía nací, me crié, me hice hombre y bombero. Asumí con profundo compromiso el desafío de recuperar confianzas, de sacar de cada uno de nosotros lo mejor, partiendo por mí.
Ojala nuestro balance personal sirva para aprender de lo adverso y lo bueno que nos ha tocado vivir y esforzarnos por ser cada día mejores bomberos, pero -sobre todo- mejores personas.
Como lo hacían los antiguos, los babilonios y los egipcios, los invito a labrar el terreno que es nuestra compañía, trabajar la tierra con las manos y con el alma, con confianza en el futuro. Porque el Año Nuevo es un festejo anticipado, la celebración de una victoria que aún no se obtiene, de un triunfo todavía no logrado. Es, en definitiva, un elogio a la esperanza.
Por eso, los invito a hacer realidad nuestro sueño de una Tercera Compañía de Bomberos como la que hemos soñado: profesional técnicamente pero, inmensamente cálida y acogedora en lo humano.
FRATERNALMENTE,
GONZALO KAMINSKI CANDIA
CAPITÁN