
“Cuestión de honor:
HOMENAJE A NUESTROS MARTIRES
Las sirenas que nos llama y nos convoca a un incendio nos emocionan y entusiasman. Ese mismo sonido, sin duda, caló profundo en los corazones de aquellos camaradas que acudieron –orgullosos de ser “caballeros del fuego”- hasta Madreselvas 3308 esquina José Pedro Alessandri la noche del 14 de Diciembre de 1962 a las 01.02 hrs de la madrugada. Y aquel novel Voluntario que muchos años después al tripular su carro para acudir a un acto de servicio, fue aplastado por la puerta del mismo, lo que le provoco posteriormente su deceso.
Con menos recursos tecnológicos, equipos de menor calidad y, seguramente, menos conocimientos técnicos, nuestros cofrades ñuñoínos fueron capaces de extinguir un siniestro de enormes proporciones aunque la vida se les fue en el empeño.
En esta noche en que recordamos a los mártires de la Institución, quiero invitarlos a revivir el momento mágico en el que cada uno de nosotros –como lo hicieron ellos en su momento- juró trabajar por los demás hasta rendir la vida si fuese necesario. En ese preciso instante, asumimos un compromiso de honor con nuestra compañía, con el Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, con nuestros vecinos y, sobre todo, con nosotros mismos.
La historia de Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Bastiste Aléu, Luis Bernardín Orellana y Jorge Dzazopulos Elgueta debe hacernos reflexionar hoy sobre la magnitud de la tarea que juramos cumplir. Estos camaradas son ejemplo de la entrega total y absoluta que debe caracterizar a quienes integramos las filas de esta noble institución. Su historia nos llena de esperanza, grandeza y admiración. Pero también nos llama a preguntarnos –y a respondernos con toda honestidad- si estamos haciendo carne el compromiso de honor que asumimos cuando nos convertimos en bomberos.
Ese compromiso significa mucho más que vestir un uniforme, tripular un carro y atender a la emergencia para procurar que catástrofes como la que recordamos esta noche no se repitan jamás.
Ser bombero de Ñuñoa es un orgullo y un privilegio que nos obliga a brindar un servicio eficiente y eficaz a la comunidad sin perder de vista el objetivo primordial que es el cuidado de la vida de cada uno de nuestros compañeros. La temeridad irresponsable no sirve a quien nos requiere.
Ser bombero de Ñuñoa es trabajar día a día por ser mejores en la tarea de atender la emergencia, pero sobre todo por ser mejores personas.
Ser bombero de Ñuñoa es ser honesto, leal, disciplinado y apegado a las normas que nosotros mismos hemos establecido para regir nuestra institución.
Podremos encender antorchas y tocar campanadas, hacer rugir nuestras sirenas y llorar a nuestros mártires, pero ningún homenaje será más significativo que el de cumplir fielmente lo que juramos, asumir el compromiso de honor que nos llevó a ser bomberos y a rendir la vida si fuese necesario.
Ese honor que nos obliga más allá de la palabra a ser piezas fundamentales en el andamiaje de una organización que se sustenta en la buena fe, en la pasión por servir, pero sobre todo en el respeto por las personas y las jerarquías.
Los invito a hacer una pausa en el trajín de nuestra vida cotidiana, en este tiempo que se ha dado en llamar postmoderno y que a veces nos confunde con su frialdad y extrema competencia. Los convoco a reflexionar sobre los valores que son la esencia de ser bombero: ética al actuar, lealtad al obedecer, servir con amor, entregar sin mezquindad y dar la vida si fuese necesario. Sólo si estamos dispuestos a actuar de esa manera estaremos haciendo honor a nuestro juramento tal como lo hicieron los mártires que hoy recordamos.
Es por eso, que el futuro lo escriben hoy: Silvio Guerrero Mutinelli, Jorge Batiste Aleu, Luis Bernandin Orellana y Jorge Dzazopulos Elgueta con el brillo dorado en sus negros cascos, donde a la luz de los grandes sones se reflejan en el cielo universal las tres letras que les acogieron en su deseo de servir …. C.B.Ñ.
Gracias camaradas de filas, porque hoy mi corazón no es el mismo y tampoco el de mis pares, si no fuéramos iluminados por vuestros nombres que nos llenan de esperanza, grandeza y jerarquía al decir que somos Bombero.
¡Es finalmente eso lo que nos obliga a ser mejores!
Campanas de júbilo cantan al paso de sus obras:
Son dos campanadas de tributo por, su SACRIFICIO y por su LEALTAD; dos campanadas por el AMOR y COMPROMISO; dos campanadas por su HONESTIDAD y FRATERNIDAD.
Sigamos hoy esas campanadas cada día dos por cada paso que dieron a la gloria del Martirologio; dos campanadas para Bernardin, Guerrero, Batiste y Dzazopulos; dos campanadas por el latir de esos corazones inmortales.
Ñuñoinos, sigamos y reflexionemos en estos tiempos agitados y veamos con orgullo hacia el porvenir con el convencimiento de la labor cumplida y con la fe en el futuro del bomberismo.”
Muchas Gracias