La Fundación
Comenzaba octubre del año 1943, cuando Heberto Valencia Guevara decidió convocar a una reunión en su casa, a un grupo de amigos y vecinos, para iniciar la formación de una compañía de bomberos, en el Barrio Los Guindos. Sin embargo, la idea no era del momento. Hacía algunos años ya, que se estaba anidando en su mente este proyecto, debido principalmente a la demora en que incurrían en llegar a los alrededores de la Plaza Egaña, la Primera y la Segunda compañías del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, las cuales tenían sus cuarteles en la calle Luis Beltrán 1919, a unos cuatro kilómetros del oriente de la Comuna de Ñuñoa. Plaza Egaña y Plaza Los Guindos eran el centro y punto neurálgico de este barrio que veía un aumento vertiginoso de la urbanización habitacional y comercial y, además, por la escasez de medios de comunicación, reflejado en una central telefónica pública, de doce líneas, ya distribuida entre los vecinos del sector.
La primera convocatoria se planificó para el 18 de octubre de 1943, para cuyo efecto, junto a su esposa, don Heberto preparó un cóctel y un hermoso discurso. Sin embargo, una tormenta de lluvia, como no se veía hacía algunos años, echó por tierra el éxito de la reunión, por cuanto no se presentó ningún invitado. No obstante ello, no fue motivo para amilanarse y siete días después, el 25 de octubre de 1943, lograba reunirse con tres de sus originales invitados. Víctor Amar Lolas, Juan Meruane y Jorge Valenzuela. Con un discurso significativo en sus conceptos, haciendo una ilación entre los guindos floridos y sus frutos, con las personas futuros bomberos voluntarios de esta nueva entidad bomberil, se tomaron importantes ocho acuerdos.
Una semana después, en la siguiente reunión, se presentaba Valencia con el reglamento para el funcionamiento de la Mesa Directiva, de la compañía en formación. Lamentablemente, no existe ninguna versión de ese reglamento.
A partir de este momento de la fundación, uno de los más importantes objetivos es allegar a nuevas personas a la compañía en formación. Para ello, recurren al contacto directo entre amistades y vecinos del barrio y también con la distribución de Solicitudes de Ingreso, distribuidas en la reunión del 29 de octubre de 1943, invitando a los jóvenes guindanos a unirse a esta honrosa causa. Además de ello, se acercaron voluntarios de la Primera y de la Segunda Compañías del CBÑ, para colaborar y entregar sus experiencias a estos postulantes a bomberos. No obstante, es importante acotar aquí, que esta participación era poco menos que secreta, especialmente y principalmente de los primerinos, debido a que esa compañía no veía con simpatía el ingreso de una nueva compañía de bomberos de agua al Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
A comienzos de noviembre, se presenta el señor Hernán Moreau, voluntario de la Primera Compañía de Ñuñoa, quien manifiesta a la Mesa Directiva su idea de integrarse a la compañía en formación. Cabe recordar que los voluntarios no tenían derecho a voto, sólo la Mesa Directiva tomaba decisiones y ésta fue que, una vez que la compañía fuera reconocida, el Sr. Moreau debía renunciar a su compañía de origen, en caso contrario, quedaba automáticamente eliminado del registro. Este hecho es importante de destacar y debe tomarse como un acuerdo, además de sentar un precedente para todos aquellos, actuales y futuros integrantes de la compañía en formación que, pertenecieran a otras compañías del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
Las reuniones se suscitaron cada semana, todo lo cual demuestra el arduo trabajo que se desarrolló en pos del reconocimiento. También, a través de estas reuniones, cada semana se iban incorporando nuevos integrantes a la compañía en formación. A partir del 9 de noviembre de 1943, se comienzan a reunir en la sede del Club Estudiantes Los Guindos, gracias a la gentileza del señor Gustavo Vera, presidente de ese club e integrante de la Mesa Directiva de la compañía en formación. Diez días después, se aprueba el texto de la nota que se enviará al Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y al H. Directorio, solicitando el ingreso a esa institución. También, se les autoriza a trabajar en siniestros, desde la Calle Berlín al oriente, antes que llegaran los carros de las compañías de Ñuñoa.
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Al atardecer del 25 de noviembre de 1943, se reunía el Honorable Directorio del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, que por aquella época lo hacía más de una vez al mes. En esta sesión, se recibió una nota de presentación de un grupo de personas, con la intención de formar una compañía de bomberos y, como resultado, el H. Directorio significa a uno de sus miembros, para que actúe como representante de ellos, situación que consta en acta.
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A comienzos de diciembre, descubrimos a nuestros incipientes bomberos tratando el tema del cuartel. Las primeras conversaciones trataban la posibilidad de un local, vecino a la antigua ubicación de la Cruz Roja, en la Avda. Larraín muy cerca de la Plaza Egaña. Por otra parte, don Juan Moya Morales quien habría terminado su período de alcalde recientemente quedando como regidor (¿?) y, Director de la Segunda Compañía de Ñuñoa, era de la idea de cederles el local adyacente al que ocupaban los carabineros en la Municipalidad de Ñuñoa.
En el transcurso del mes de enero, se destacan principalmente dos acontecimientos. La llave de la sede del Club Estudiantes Los Guindos se extravió (¿?) y la sesión del 5 de enero debió realizarse a la luz de un farol de la Plaza Pedro Montt. Aquí se aprobó el modelo del casco: Negro, cimera blanca y cintillo metálico (bronce). Luego, se agregó una estrella de bronce (cinco puntas) en el frente de la cimera y un número tres de bronce en el frente del casco. Los oficiales agregaban una placa de bronce bajo el número tres, con el nombre del grado o cargo. Por otra parte, la compañía en formación iniciaba los trámites para la aprobación paulatina del nuevo reglamento, basado en el reglamento de la Tercera Compañía de Santiago, gracias a la cooperación de su Director (¿?).
Uno de los mayores acontecimientos llevado a cabo por la compañía en formación es, sin lugar a dudas, el cambio en el tipo de administración. En efecto, en la sesión del 9 de febrero de 1944 se elige la primera oficialidad de tipo bomberil y que permanecería en funciones hasta el día del reconocimiento, por parte del CBÑ. El 17 de febrero, se reúne por primera vez la Honorable Junta de Oficiales y hacia fines de mes, el Consejo de Disciplina, en su primera convocatoria, aplica las primeras penas disciplinarias, separando y expulsando a algunos integrantes y define la clasificación de los voluntarios según sus antecedentes, su espíritu y personalidad:
38 Voluntarios de Primer Orden.
11 Voluntarios de Segundo Orden, y
10 Voluntarios de Tercer Orden.
Por su parte, la Compañía aprueba algunos puntos de interés presentados por el Director.
Durante el desarrollo del mes de marzo, se destacan tres acontecimientos importantes. El primero, detectado en la sesión del 1 de marzo de 1944, dice relación con el lugar de reunión a partir de esta sesión, en el local de la Escuela Pública ubicada frente a la Plaza Egaña, vereda sur de Irarrázaval. La segunda, tiene que ver con la elección del lema. Efectivamente, en esta sesión se aprobó el lema “Voluntad y Sacrificio”, presentado por el integrante de la compañía en formación señor Víctor Kaiser. La visita del señor Juan Moya Morales coincide con la sesión del 29 de marzo de 1944, quien, en un breve discurso, felicita a los integrantes de la compañía en formación por el trabajo que están desarrollando y los insta a continuar trabajando en pos del reconocimiento. El señor Moya Morales, voluntario de la Segunda Compañía de Ñuñoa, de la Tercera Compañía de Santiago y que, en el futuro próximo (1945), se desempeñaría como Superintendente del CBÑ, lo veremos figurar a menudo colaborando intensamente con la Tercera Compañía, una vez reconocida.
Durante el mes de abril de ese año de 1944, como el más significativo de los acontecimientos, cabe destacar la sesión del día 19 de abril, en la cual se aprueba el ingreso del voluntario de la Tercera Compañía de Santiago y vecino del barrio Los Guindos, don Eduardo Alert Dreyse, quien vivía en la Avenida Egaña esquina de Vasco de Gama y que a partir del reconocimiento se convertiría en un pilar importantísimo en la construcción de la Compañía. Vivía allí, con su familia, destacándose algunos de sus hijos, como Eduardo que ya había ingresado en la sesión del mes de marzo, su mellizo Carlos y el menor Mito quienes se integraron con posterioridad.
El mes de mayo se transformaría en él más importante en la vida de aquella Compañía en formación, en el horizonte que tanto habían perseguido esos embrionarios bomberos voluntarios. Un horizonte pintado de rojo y anaranjado, como la llama del naciente fuego que representaría la creación de una nueva Compañía de Bomberos. De tal manera, en sesión del 8 de mayo, se aprueba el texto de la nota que se enviaría al Directorio del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, solicitando el ingreso definitivo a éste.
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Cuando allá, en el horizonte marino, el sol comenzaba a abandonar el día convertido en una bola de fuego, rodeado de un manto anaranjado, en una modesta casa de la calle Luis Beltrán, se reunía en sesión extraordinaria, el día 18 de mayo de 1944, el Honorable Directorio del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, para tratar, entre otros temas, la solicitud de incorporación a esta institución, de una compañía en formación, que había elegido el barrio Los Guindos para desarrollar su futura vida bomberil.
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Y así, ese atardecer del 18 de mayo de 1944, nació la Tercera Compañía “Bomba Los Guindos”. Un atardecer que presenció el más hermoso fenómeno celestial cuando el circulo rojo del sol grabó en su centro un áureo número tres y se fue por el espacio azul profundo hacia las inconmensurables profundidades del universo, desde donde, años después, por qué no, sólo la mente imaginativa de un gran artista, pudo sin proponérselo, rescatar ese fenómeno y plasmarlo en el papel como el escudo de la Tercera Compañía, así lo hizo Mirko Santic Kubu, un tercerino muy especial, decano Guardián Nocturno (QEPD).