Estas líneas las escribo con la finalidad de tener un testimonio de hechos en que me tocó participar o ver directamente en el transcurso de mi participación como Bombero Voluntario de la Tercera Compañía del C.B.Ñ. al cual ingresé el 15 de agosto de 1960, a la edad de 21 años.
Me voy a referir específicamente a cómo se gestó el himno de la Tercera Compañía de Bomberos de Ñuñoa, mi Compañía.
Corría el otoño de 1973 y los Voluntarios de la Compañía nos reuníamos en el casino de nuestro cuartel, en las comidas de camaradería que son habituales los días viernes a las 21,30 horas, intercambiando ideas para celebrar el 25 de octubre, los 30 años de su fundación. Dentro de las muy variadas ideas que se nos venían a la cabeza, las que planteábamos a viva voz, para celebrar dignamente las tres décadas desde que Heberto Valencia Guevara fundara la Compañía, alguien planteó que podríamos tener un Himno.
La verdad es que, al suscrito no se le había ocurrido dicha idea, por lo que guardé silencio, pero aquella sugerencia que pasó inadvertida para el resto de los comensales, a mí se me quedo dando vueltas en mi cabeza y se me vino inmediatamente a la memoria la figura de don Luis Mella Toro, vecino del barrio, cliente y amigo personal, gran músico y profesor de famosos artistas de la época, ex profesor de los directores de Bandas de las fuerzas armadas, autor y compositor del hermoso Himno de la Armada de Chile BRAZAS A CEÑIR.
Aquella noche me costó conciliar el sueño y dispuesto al día siguiente a ir a su casa a plantearle el tema, me levanté temprano, como de costumbre, para abrir el Emporio o Almacén de Abarrotes, negocio familiar que atendía junto a mis padres en la Av.Larraín 5788.
Quiso la buena fortuna que aquella mañana don Luis concurrió a nuestro local antes del mediodía, por lo cual aproveché para contarle que en octubre nuestra Compañía cumpliría 30 años de vida y que nos agradaría tener un himno y que el compositor fuera él, “una persona de tan vasto prestigio musical y erudito en la materia”. Iba todo bien hasta que le mencioné que estaba dispuesto a cancelarle los honorarios que él estimara conveniente. Ahí me interrumpió bruscamente y me dijo: “primero me estás pidiendo un favor, como amigo, y luego estás ofreciendo pagarme por ello, lo cual yo no acepto de ninguna manera y, segundo, yo acepto gustoso, como amigo, hacer la música para un himno a los bomberos de la tercera sin costo alguno, pero yo te voy hacer una exigencia personal: Tú tienes que escribir la letra”.
-Casi me desmayé al escuchar semejante proposición.
-Pero, don Luis, si yo soy un comerciante que sólo sabe administrar y comercializar productos y soy totalmente ignorante del mundo de las letras y la música, exclamé, angustiado por la exigencia que me hacía.
-No, me repitió, tú tienes que escribir la letra, yo soy músico y ex marino, tú eres el bombero y tocándome el pecho me dijo. “tú lo sientes aquí, en el alma y en el corazón”.
En vista de tal afirmación pensé rápidamente que, si no me resultaba, buscaría la manera que lo escribiera un entendido en la materia, importante era que él hiciera la música.
Después da aceptar su exigencia, me manifestó que él no me daría fecha ni plazo para componer la música, ya que la inspiración podría venir en cualquier momento, en días, semanas o meses. En eso quedamos.
Cuán grande sería mi sorpresa cuando, al tercer día de haber conversado el tema del Himno y encontrándome en el local del emporio, conversando con Luis Ibáñez Prado, dueño de la barraca de maderas Vizcaya, quien le había vendido la casa en el barrio donde vivía don Luis Mella, en la calle Joaquín Godoy Nº 123 (llamada anteriormente Palermo), apareció don Luis Mella T, agitando unas hojas de papel con unas notas musicales, diciéndome “lo tengo, lo tengo, anoche me vino la inspiración y lo escribí”, y comenzó a tararearlo, ante la sorpresa de mis padres y los clientes presentes en el local, que no entendían nada de lo que estaba sucediendo. ¿Tienes una grabadora, preguntó? Sí, fue mi respuesta, y dijo: hoy anda a mi casa al anochecer para que lo grabemos y puedas escucharlo muchas veces, para que te quede la melodía en tu memoria. Así lo hice y, a las 19:00 hrs. de ese día, escuché los compases de nuestro himno por primera vez, interpretado por el Maestro Mella en su saxofón y, posteriormente, en su flauta traversa.
Imposible describir la emoción que sentí en esos momentos, porque la melodía o compases escuchados por primera vez me gustaron y me emocionaron, haciendo latir con fuerza mi corazón, el que sentí palpitar en mis sienes.
Siguiendo sus consejos, lo escuché innumerables veces, todas las noches después de terminar mi jornada laboral y en la soledad de mi dormitorio.
Y comencé a escribir frases sueltas que cuadraran con la melodía y que tuvieran sentido bomberil y alma tercerina.
Después de mas o menos un mes de haber estado todas las noches y los fines de semana escuchando la melodía, escribiendo frases y armando las cuartetas de las estrofas, me atreví a ir a mostrar el resultado de lo que había hecho a don Luis.
Tímidamente, llegué a la casa del Maestro a mostrar las estofas que había escrito, las que leyó en silencio y exclamó: “no te dije, Roberto, que tú eras el bombero y que tú tenias las experiencias vividas y el sentimiento. Me gustan, expresó” y, a las cuartetas que le había llevado, solamente les cambió una palabra para que cuadrara con la melodía.
De inmediato, la tocó en su saxofón mientras yo trataba de entonar las cuartetas, con la mejor voz posible.
Muy entusiasmado don Luis, con los resultados de este novel e inexperto escritor, me propuso escribir la instrumentación de esta marcha para que fuera interpretada por una banda militar, a lo que lógicamente acepté, por lo que se dedicó de lleno a escribir las partituras para 28 instrumentos y una pauta para la dirección de la banda instrumental.
Se me ocurrió que todo esto fuera una sorpresa para el aniversario de nuestra Cia, y que deberíamos mantenerlo en absoluta reserva, ya que no sabía si iba a ser del agrado de mis camaradas Bomberiles, por lo que invité a un grupo de ex Voluntarios de la 3ª a formar un coro, para interpretar esta marcha dedicada a celebrar las tres décadas de la Bomba los Guindos, con el compromiso y palabra de honor en mantenerlo en absoluta reserva hasta el día del aniversario.
Y comenzaron los ensayos de este improvisado coro en las bodegas de nuestra distribuidora de abarrotes de Av. Larraín 5788 (donde está, actualmente, la salida del metro o tren subterráneo por Av. Larraín con Av.Ossa) los sábados y festivos por la tarde y los domingos en las mañanas en el Restaurant Venecia, por ser más cómodo y que era de nuestra propiedad, el cual estaba ubicado en el 5820 de la misma calle.
Como nos estábamos juntando, habitualmente, dos o tres veces por semana entre 10 y 12 personas de ex voluntarios, decidí comunicar al director de la Cia, en esa época Hernán Maluenda Salinas, lo que estábamos haciendo y lo invité al departamento de mis padres que estaba en el 2º piso del Restauran a escuchar el himno y pedirle su opinión para seguir adelante con nuestros planes, a lo cual el accedió, después de lo cual proseguimos con los ensayos del coro del grupo de ex Voluntarios y que la integraban Guillermo Pinto Castillo, Carlos Alert Liebee, José Luis Benito Martínez, Nelson Sagmutt, Jorge Laulie, Juan Margenas, Santiago Bandack Yury, Luis Morales Thomassen, Omar Murillo Cerda, entre otros ex Tercerinos.
A raíz de los luctuosos acontecimientos acontecidos en Septiembre de 1973, en nuestro país quedaron suspendidas todo tipo de reuniones nocturnas por lo que la sesión solemne del 25 de Octubre fue trasladada para el día 1º de Noviembre, día festivo en la mañana. Sólo concurrieron Voluntarios con uniforme de parada, que era en aquel tiempo con casaca roja y pantalón blanco, y los ex voluntarios, de civil.
La reunión se desarrolló, como es tradicional, en la sala de sesiones de nuestro cuartel de Av. Ossa Nº 430, con la cuenta del Secretario y entrega de Premios de asistencia y por años de servicio. Cabe consignar que en la testera se encontraba presente, en representación del Directorio del CBÑ, el Vice Superintendente de la época don Milton Rozas Sarfati.
Con la expectación de la sala, que no sabía lo que estaba ocurriendo, con la asistencia de los ex Voluntarios y la presencia de don Luis Mella Toro, a quien nadie de la Compañía conocía, el Director explicó el motivo de la presencia de las visitas que nos acompañaban, después de lo cual don Luis procedió a sacar su saxofón del estuche que portaba, para interpretar los primeros acordes musicales de la pieza en comento.
Mientras se ponían de pie los civiles y el suscrito de uniforme, de este artesanal coro procedimos a entonar las estrofas de esta marcha himno que era escuchada por primera vez por la tercera Compañía de Bomberos de Ñuñoa.
Terminada la interpretación, la cual fue recibida con un caluroso aplauso, junto al Maestro Mella, hicimos entrega de las partituras de la marcha himno, dedicada a la Tercera Compañía del CBÑ, para poder ser interpretada por una banda instrumental.
Tres años después, por acuerdo de Compañía y siendo Director Augusto Pinto Poblete, fue declarada Himno Oficial de la Tercera.
Roberto Zúñiga Belauzaran
Voluntario Honorario CBÑ
Ñuñoa, 18 de mayo de 2009